Fernanda Zárate Reyes
Psicoterapeuta y sexóloga
25/08/2014
Cuando se trata el tema de prevención de Infecciones de Transmisión Sexual
(ITS) es común que muestren imágenes catastróficas de personas con infecciones
en grado avanzado, buscando asustarnos o, por el contrario, hacernos creer que
estamos lejanos de padecer algo así. Además, ordinariamente se reproduce el
slogan “lo mejor es la abstinencia sexual” y se recomienda conocer el historial
sexual de la pareja (como si esto no resulta algo complejo de abordar con la[s]
persona[s] que aceptamos como compañera[s] sexual[es]). Si reconocemos que cada
persona es libre de ejercer su sexualidad de la manera que mejor le parezca y
que ninguna persona tiene la obligación de pedir permiso o avisar que tendrá
relaciones sexuales –y mucho menos impedir que alguien más las tenga–, ¿qué
podemos hacer para para prevenirnos efectivamente de las ITS? ¡Fácil! Practicar
sexo seguro y protegido.
A qué me refiero. Hablar de sexo
seguro significa tomar precauciones durante el encuentro sexual con la
finalidad de evitar el intercambio de fluidos (ya sean de origen vaginal, el semen,
a través de heridas bucales, etc.). Mientras que el sexo protegido implica el uso de algún método que nos proteja ante
alguna ITS, así como de un embarazo no deseado.
El condón es el método antifecundativo más seguro que por ahora existe,
pero hay diversos creencias erróneas con respecto a él (como decir que “no se
siente”, que es incómodo, que aprieta, entre otras) que resultan ser el
principal factor por el cual algunas personas evitan a toda costa su uso,
olvidando, además, que otros métodos antifecundativos nos protegen del embarazo,
más no de cualquier contagio de ITS.
Estudios realizados con respecto a este tema
refieren que usar un condón en cada relación sexual reduce
10,000 veces la transferencia de fluidos, protegiéndote hasta en un 95% del VIH
y otras enfermedades de transmisión sexual, como candidiasis, tricomoniasis,
sífilis, gonorrea y herpes genital. Actualmente podemos encontrar una infinidad
de condones en el mercado que se ajustan a las necesidades de cada persona, los
hay texturizados, tatuados, saborizados, ultrasensibles, isotérmicos e incluso
de modelo anatómico (que resultan muy cómodos para la persona que lo utiliza).
También existen aquellos que brillan en la oscuridad, pero esos son exclusivamente
para jugueteo sexual.
En las prácticas sexuales orales, como cunnilingus y felatio,
cualquier persona también puede estar expuesta a algún contagio si se presenta
alguna lesión bucal y se intercambian fluidos, por lo que será igual de
importante protegerse durante estas prácticas. Para este caso, existen condones
saborizados, telas de latex o, en su defecto, podemos cortar un condón a manera
de “telita” y colocarla en los órganos sexuales pélvicos externos. También
podemos recurrir al uso del condón femenino, el cual protege la vulva y los
órganos sexuales pélvicos externos.
Es de vital importancia hacer del uso del condón un hábito en todos y
cada uno de nuestros encuentros sexuales, reforzando de esta manera nuestro cuidado.
Practicar sexo seguro y sexo protegido resulta una manera
de querernos y, por ende, de cuidarnos. Enfaticemos que tener encuentros
sexuales, puede ser aún más placentero si es ejercido con responsabilidad.
Yo me quiero y por eso me cuido, practicando sexo seguro y sexo
protegido, ¿y tú?
Fernanda Zárate Reyes
Psicoterapeuta y sexóloga
www.centroliber.com
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